martes, 22 de febrero de 2011

Antonio Machado y sus obras.

En Sevilla nace en 1875 Antonio Machado y Ruiz, hijo de un estimable folclorista. En 1883 se traslada la familia a Madrid y Antonio, como sus otros hermanos, estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Continúa el Bachillerato en los Institutos de San Isidro y Cisneros (aunque no lo terminaría hasta los 25 años). Al morir su padre en 1893 y su abuelo en 1895 sobrevienen dificultades económicas y Antonio empieza un trabajo como actor teatral. En 1899 se traslada - con su hermano Manuel - a París donde trabaja como traductor y entra en contacto con la vida literaria parisiense. Posteriormente, en una segunda estancia en París (1902) conoce a Rubén Darío, con quien le unen mutuos lazos de admiración.

La publicación de Soledades (1903) lo revela como poeta extraordinario.

En 1907 obtiene la cátedra de francés en el Instituto de Soria. Allí pasa una etapa fundamental de su vida. En 1909 se casa con Leonor Izquierdo, una muchacha de 16 años, aunque tres años después, en 1912, ésta fallece en Soria. Antonio, desesperado, abandona la ciudad castellana y se traslada a Baeza. No obstante su corazón queda en Soria.

En 1919 se traslada a Segovia donde desarrolla una intensa actividad de cultura popular. Es elegido miembro de la Real Academia Española en 1927. Conoce por entonces a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas amorosos. Y en 1931 obtiene una cátedra en el Instituto Calderón, de Madrid (más tarde pasará al Instituto Cervantes).

En Madrid le sorprende la guerra. Firme partidario de la República, tiene que trasladarse a Valencia; en un pueblecito vecino, Rocafort, vive y escribe en defensa de su España, hasta 1938, en que va a Barcelona, para refugiarse al año siguiente en Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, son acogidos en un hotelito de Collioure, donde el 22 de febrero de 1939 muere el poeta. Tres días después fallece su madre.
Versificación, estilo y evolución

Empleó con mucha frecuencia la rima asonante, las formas de la lírica popular - romances, coplas y cantares - y de la culta, el soneto, la silva,...

Su poesía es el resultado de la conjunción de una extremada sobriedad y sencillez formal con la emoción sincera y humana. "Desdeñoso de complacencias fáciles y de vanidades de los sentidos" (según Pedro Salinas), elimina toda retórica excesiva, metáforas brillantes, vocabulario rebuscado, elementos decorativos y virtuosismos técnicos, quedando reducido al más puro y auténtico lirismo.

El mundo poético de Machado fue siempre coherente y unitario según lo arriba indicado, pero se puede observar una evolución que, manteniendo esa línea fundamental, comienza con una poesía modernista, dentro de un tono intimista muy sobrio y personal, para abrirse después a las preocupaciones propias del 98: España, los demás, el nuevo sentimiento ante el paisaje,... Su trayectoria termina en una poesía de contenido ideológico - filosófico, de carácter sentencioso y epigramático (composiciones breves, concisas y agudas, que expresan un pensamiento festivo, irónico o satírico).
Soledades

El libro Soledades aparece en pleno apogeo del movimiento modernista, lo que es bien visible en la mayoría de los cuarenta y dos poemas que lo componen. Predomina en ellos el tono melancólico y doliente, la anécdota argumental es prácticamente inexistente y los temas son los característicos del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia perdida, los sueños, ... Pretende Machado captar en sus versos lo que él denomina universales del sentimiento:

Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu: lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puede sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la voz viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro, vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento

Es ya muy característico el empleo de símbolos, con los que el poeta desea escudriñar el misterio de lo escondido: el camino, el espejo, el cristal, el laberinto, la fuente, el río, el mar, el jardín, el crepúsculo, la tarde, el otoño ... Sus significados son muy diversos y a veces cambiantes según los textos.

En la segunda edición de 1907 se acentúa la línea intimista. El recuerdo, la memoria, el sueño, evocan constantemente un pasado perdido. Se incorporan nuevos símbolos como el de las galerías del alma con el que Machado pretende dar cuenta del interior de la conciencia. Es notable una sensación general de angustia tanto por el fluir incontenible del tiempo como por la premonición de la muerte. Dios aparece también en algunos poemas entrevisto en un sentido muy unamuniano: racionalmente inexistente pero vitalmente deseable.

El sentimiento del paisaje es muy acusado y característico: la realidad exterior queda impregnada del estado emocional del poeta, de modo que la fusión en la poesía de Machado de paisaje y alma hace en ella bueno el famoso principio simbolista de que "el paisaje es un estado de ánimo".

En Soledades, bajo la diversidad de motivos e imágenes, puede advertirse una obsesión permanente: la búsqueda del yo, el desazonado interrogatorio sobre la propia identidad. Tema muy romántico, pero que Machado formula más desde la sensibilidad contenida de un Bécquer, que desde la actitud declamatoria del Romanticismo sonoro.

En realidad, diversas tradiciones poéticas confluyen en Machado (Realismo, Romanticismo, poesía popular, simbolismo, decadentismo).
Estilo y Simbolismo

Estos presupuestos: claridad, pero no sencillez, poesía en un tiempo irreversible, pobreza retórica, sí, y, añadimos, intimismo más allá de las anécdotas, es lo que Antonio Machado nos entrega en su primer libro, lo que seguía vivo cuando se desdobla en otros poetas y en sofistas retóricos. Es el nacimiento de su poesía de siempre con unción becqueriana, en el espíritu y en la forma. La palabra sobre la que gira el mundo lírico del primer Machado es tarde [...]. De los 96 poemas de que consta el libro, 36 de ellos hacen referencia a tarde y a sus sinónimos -totales o parciales - ocaso, sol que muere, crepúsculo, muere el día [...].
Simbología de Machado

EL AGUA: inexorable fluir del tiempo (agua es la fuente - ilusión y también monotonía del vivir -; el río - fluir de la vida -; el mar o el agua quieta- la muerte, donde desemboca "el río" símbolo de raíz manriqueña ("Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar")

    * LA FUENTE el agua que brota, símbolo de anhelos, de ilusiones
    * EL CAMINO: la vida en su devenir (transcurso), como peregrinaje y búsqueda
    * EL AIRE: libertad del hombre
    * EL FUEGO: la poesía amorosa
    * LA TIERRA: la realidad solitaria
    * LA TARDE: momento propicio para la meditación; decaimiento, apagamiento, melancolía, nostalgia, expresión de la lucha entre la luz y las sombras; premonición de muerte
    * LA CRIPTA, EL LABERINTO O LAS GALERÍAS: la búsqueda del mundo interno, del alma
    * EL ESPEJO: el lugar donde se proyectan los recuerdos y los sueños
    * LA COLMENA: la creación poética
    * EL JARDÍN: la intimidad

Todos estos signos simbólicos se relacionan directa o tangencialmente con el elemento fundamental que golpea con insistencia en los versos de Machado: el tiempo. La poesía, dice, es "palabra esencial en el tiempo"; es, añade, el diálogo de un hombre con su tiempo, con el tiempo de su existencia. El poeta ha de abordar una doble tarea, en cierto modo contradictoria: captar la esencia de las cosas (el misterio del hombre y del mundo) y expresar el tránsito del tiempo (el fluir de la vida): esencialidad y temporalidad son, por tanto, los dos supuestos básicos de la poesía machadiana. El poeta ahondará en los enigmas de la vida e intentará desesperadamente aprisionar en sus versos el incesante fluir del tiempo.
Temática:

La temática de Soledades gira en torno a unas hondas cuestiones: el tiempo y el fluir de la vida humana, la muerte y el problema de qué hay más allá, el problema de Dios... En suma, las cuestiones centrales de la condición humana, vista como una existencia doliente y azarosa. Con estos temas centrales se engarzan otros: la infancia perdida, los sueños, los paisajes, que enmarcan sus meditaciones y el amor. El tema del amor da a su poesía momentos muy intensos, si no muy abundantes. Y parece más bien un amor soñado y no realizado [...], o un amor perdido, mustio, muerto (con inequívocas notas becquerianas).

Los sentimientos ("universales del sentimiento") que, en consonancia con tales temas, dominan en el libro, serán, ante todo, ese sentimiento de soledad que le da título, y la melancolía, la tristeza, el hastío ante la monotonía o el vacío de vivir, la angustia vital, en fin: Sentimientos "universales", si se quiere, pero que llegan a Machado y a los poetas modernistas como herencia inequívocamente romántica. Temas y sentimientos, pues, compartidos con otros, con una tradición.
Campos de Castilla

Publicado inicialmente en 1912, con las posteriores adiciones, Campos de Castilla consta finalmente de cincuenta y seis poemas. En ellos se advierten cambios fundamentales con respecto a Soledades: se atenúan considerablemente el subjetivismo y la introspección y, por el contrario, pasa a primer plano la realidad exterior.

Si en Soledades el paisaje, lindante con el sueño, tiene un carácter simbólico en el que se proyecta el yo íntimo, en Campos de Castilla aunque conserva cierto simbolismo, es ya de inspiración más objetiva y, más que recrear una atmósfera sentimental propicia a la meditación, se describen paisajes reales, que, muchas veces, se pueblan de presencias humanas o aluden a circunstancias históricas.

El yo del poeta pasa a un segundo plano y se abre a los otros. Es como si Machado pretendiera superar el característico intimismo de Soledades y buscara ahora en los demás las claves de una realidad que no había hallado respuesta satisfactoria en el buceo introspectivo de las galerías de su alma. De hecho, en 1922 y, pese a sus discrepancias con las nuevas orientaciones estéticas de las vanguardias, aplaudirá que la poesía escape "de la mazmorra simbolista", pues "estaba enferma de subjetividad".

En buena medida, Campos de Castilla supone la vuelta hacia cierta poesía realista como vía de salida del Modernismo simbolista.

En Campos de Castilla conviven poemas muy diversos. Así, de acuerdo con el título del libro, abundan los que describen los paisajes y las gentes de Castilla. Se da cuenta del pasado glorioso de estas tierras y su andrajoso presente. Al lado de textos puramente descriptivos, hay otros que pintan una visión negra de lo español.

Cuando, después de la muerte de Leonor, Machado recuerda las tierras castellanas desde Baeza, su visión de ellas es más lírica y emotiva y el paisaje aparece otra vez teñido de subjetividad.

También del período de Baeza son los poemas con cuadros de paisaje y tipos andaluces, en los que Machado - tras haber observado el mundo de latifundios, señoritos y miseria - presenta una dura visión de la España tradicional religiosa y conservadora, desde una ideología abiertamente progresista.

Un nuevo tipo de poesía hace también su aparición en Campos de Castilla: la poesía sentenciosa de tipo filosófico y moral que integra la serie Proverbios y cantares. En estos poemillas Machado aúna sus preocupaciones filosóficas y existenciales, cada vez más presentes en su vida y en su obre, con las formas estróficas populares, todo ello envuelto frecuentemente en una sutil ironía.

lunes, 21 de febrero de 2011

El relieve de Andalucía.

Andalucía es una comunidad autónoma española, considerada nacionalidad histórica.[2] Está compuesta por las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla. Su capital es Sevilla, ciudad reconocida por el Estatuto de Autonomía como sede de la Junta de Andalucía. La sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se encuentra en la ciudad de Granada.
Es la comunidad autónoma más poblada de España (8.353.843 habitantes a 1 de enero de 2010)[3] y la segunda más extensa, lo que explica su peso en el conjunto de España. Se encuentra situada al sur de la península ibérica; limitando al oeste con la República Portuguesa, al sur con el océano Atlántico, el mar Mediterráneo y el reclamado territorio británico de ultramar de Gibraltar, al norte con la región de Extremadura y Castilla-La Mancha y al este con la Región de Murcia.
En 1981 se constituyó en comunidad autónoma, al amparo de lo dispuesto en el artículo segundo de la Constitución Española de 1978, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones españolas. El proceso de autonomía política se cursó a través del procedimiento restrictivo expresado en el artículo 151 de la Constitución, lo que hace de Andalucía la única comunidad española que accedió a la autonomía a través de dicho procedimiento. El preámbulo del Estatuto de Autonomía de Andalucía de 2007 dice que la Constitución de 1978, en su art. 2, reconoce el espíritu de la asamblea de Córdoba de 1919 que definió a Andalucía como una "realidad nacional" . Posteriormente, en su articulado, habla de Andalucía como nacionalidad histórica. En el anterior estatuto de autonomía, el Estatuto de Autonomía de 1981 o Estatuto de Carmona, era definida en el art. 1 como "nacionalidad".
El marco geográfico es uno de los elementos que da singularidad y personalidad propia a Andalucía. Desde el punto de vista geográfico, podemos distinguir tres grandes áreas ambientales, conformadas por la interacción de los distintos factores físicos que inciden sobre el medio natural: Sierra Morena –que separa Andalucía de la Meseta–, los Sistemas Béticos y la Depresión Bética que individualizan la Alta Andalucía de la Baja Andalucía.
La historia de Andalucía es el resultado de un complejo proceso en el que se fusionan a lo largo del tiempo diferentes pueblos y culturas, así como diferentes realidades socioeconómicas y políticas. A pesar de la contemporaneidad de la formación del Estado Autonómico Andaluz, no se puede olvidar la impronta que han dejado por el actual territorio andaluz pueblos como el íbero, el celta, el fenicio, el cartaginés, el romano o el musulmán.
La realidad económica andaluza actual está marcada por la desventaja de Andalucía con respecto a los marcos globales español y europeo, básicamente por la tardía llegada de la revolución industrial, dificultada por la situación periférica que adoptó Andalucía en los circuitos económicos internacionales. Como consecuencia, queda el menor espacio relativo de la industria en la economía y el gran peso que aún posee la agricultura e hipertrofia del sector servicios.
La cultura andaluza es fruto del paso de diferentes pueblos y civilizaciones que, con el tiempo, han ido conformando una identidad cultural particular. Estos pueblos, algunos muy diferentes entre sí, han ido dejando una impronta lentamente asentada entre los habitantes.

Mapa De España.

España,[8] también denominado Reino de España, es un país soberano, miembro de la Unión Europea, constituido en estado social y democrático de derecho y cuya forma de gobierno es la monarquía parlamentaria. Su territorio, con capital en Madrid, ocupa la mayor parte de la península Ibérica, al que se añaden los archipiélagos de las islas Baleares (en el mar Mediterráneo occidental) y de las islas Canarias (en el océano Atlántico nororiental), así como en el norte del continente africano las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, además de los distritos y posesiones menores de las islas Chafarinas, el peñón de Vélez de la Gomera y el peñón de Alhucemas. El municipio de Llívia, rodeado totalmente por territorio francés, en los Pirineos, completa el conjunto de territorios junto con la isla de Alborán, las islas Columbretes y una serie de islas e islotes frente a sus propias costas.
Tiene una extensión de 504.645 km², siendo el cuarto país más extenso del continente, tras Rusia, Ucrania y Francia.[9] Con una altitud media de 650 metros es uno de los países más montañosos de Europa. Su población es de 47.021.031 habitantes, según datos del padrón municipal de 2010.
De acuerdo con la Constitución Española, el castellano o español es la lengua oficial del Estado y todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.[10] En 2006, era la lengua materna del 89% de los españoles.[11] Otras lenguas, también españolas, son reconocidas como cooficiales en diversas comunidades autónomas, conforme a los estatutos de autonomía.
La economía española es la 9ª economía mundial en términos de PIB, por delante de Canadá y de Rusia, y según Eurostat, el PIB per cápita español se situó, en 2009, en el 103% de la media de la Unión Europea, por delante de Italia.[12] Además, según el informe de 2010 de la ONU, tiene un índice de desarrollo humano de 0.863, el 20.º mayor del mundo, por delante de otros grandes países europeos como, Grecia, Italia o Reino Unido.[13]
El territorio peninsular comparte fronteras terrestres con Francia y con el principado de Andorra al norte, con Portugal al oeste y con el territorio británico de Gibraltar al sur. En sus territorios africanos, comparte fronteras terrestres y marítimas con Marruecos. Comparte con Francia la soberanía sobre la isla de los Faisanes en la desembocadura del río Bidasoa y cinco facerías pirenaicas

viernes, 18 de febrero de 2011

El relieve de España

El relieve de España se caracteriza por ser bastante elevado, con una altitud media de 660 metros,montañoso  si lo comparamos con el resto de países de Europa, con excepción de Suiza, Austria y los microestados de Andorra y Liechtenstein, cuya altitud promedio es bastante mayor. En la España peninsular, el relieve se articula en torno a una gran Meseta Central que ocupa la mayor parte del centro de la Península Ibérica y que tiene una altitud media de 660 metros. Fuera de la meseta, está la depresión del río Guadalquivir, situada en el suroeste de la península, y la del río Ebro, en el noreste de la misma.

Los sistemas montañosos de España son muy numerosos y ocupan casi la mitad del territorio nacional. Los Pirineos (en el límite noreste) y los Sistemas Béticos (en el sureste) son las cordilleras más elevadas y se sitúan fuera de la Meseta Central. Rodeando ésta, está la Cordillera Cantábrica en el norte, el Sistema Ibérico en el este, y Sierra Morena en el sur. Dentro de la Meseta Central está el Sistema Central y los Montes de Toledo.

A España pertenecen dos archipiélagos de interés geográfico: las islas Baleares, situadas en el mar Mediterráneo, con una latitud similar a la de Castilla-La Mancha; y las Islas Canarias, siete islas de origen volcánico ubicadas en el océano Atlántico, próximas a la costa del Sáhara Occidental. De España también son algunos pequeños enclaves costeros del norte de África: las ciudades de Ceuta y Melilla, las Islas Chafarinas, y los peñones de Alhucemas y de Vélez de la Gomera.

La costa española, bañada por el Océano Atlántico, y los mares Cantábrico y Mediterráneo, presenta una gran diversidad de playas, acantilados y rías. La costa alta (presencia de acantilados y rasas) y articulada (presencia de rías y cabos) es la más predominante en el norte y en las Islas Canarias, mientras que la costa baja (presencia de playas y calas) es propia del sur, del Mediterráneo y Baleares.

El relieve de Andalucía

                                                               El relieve de Andalucía tiene una gran complejidad tanto en su formación como en sus materiales y estructuras. Esta complejidad nace en gran extensión superficial (87.268 km2) de Andalucía  y en la larga y compleja historia geológica de su relieve.

Además, si entendemos el relieve como accidente que configura el espacio, puede ser considerado como el principal factor que va a configurar el medio natural. De esta forma, las barreras orogénicas y su disposición van a configurar el clima, la red fluvial, los suelos y su erosión, los pisos bioclimáticos, etc. Por lo tanto el relieve va a configurar no solo los recursos naturales, sino también su forma de aprovechamiento.[1]

El relieve andaluz se caracteriza por el fuerte contraste altitudinal en el relieve. En sus fronteras se dan las mayores cotas de la Península Ibérica y casi un 15 % del territorio por encima de 1.000 m; frete a las zonas deprimidas, con menos de 100 m de altitud en la gran Depresión Bética.

En las pendientes, se produce el mismo fenómeno. Contrasta el 40% de superficie prácticamente llana de la Depresión Bética y del Surco Intrabético, con un 45% con superficies abruptas y montañosas, siempre con una pendiente superior al 15%.

Por último, en cuanto a las costas andaluzas, el litoral atlántico con predominio abrumador de playas y costas bajas; por su parte el litoral mediterráneo tiene una presencia muy importante de acantilados sobre todo en la axarquía malagueña, Granada y Almería.

No es de extrañar que esta dicotonomía en el relieve andaluz produzca una importante influencia en las formas de ocupación y explotación de estos territorios, presentando diversas potencialidad y constricciones. Su determinación es tal, que va a configurar una compartimentación primaria de los distintos espacios, coincidiendo con las barreras montañosas más importantes de Sierra Morena, Sistema Subbético y Sistema Penibético.[2]

Sierra Morena, al mismo tiempo que marca una ruptura entre Andalucía y la Meseta, presenta una gran separación, acrecentanda por su despoblamiento, entre la Sierra y la Campiña. Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén.

Las Cordilleras Béticas suponen una gran barrera que dificulta la comunicación entre la Campiña y el Surco Intrabético. Especialmente el aislamiento es ejemplarizante entre la Campiña jiennense y las depresiones intrabéticas del norte de Granada y Almería. Esta barrera montañosa es tal que ha provocado la diferenciación entre la alta y baja andalucía, incrementada por factores históricos ligados a la reconquista y a la repoblación. El sector cordobés y sevillano del subbético es mucho más compartimentado, dejando amplios pasillos para la comunicación entre la Campiña y los LLanos de Antequera, para penetrar con facilidad en la Depresión de Granada.

Por último, el Sistema Penibético ejerce de barrera aisladora entre el litoral mediterráneo y el interior. El hecho de la no existencia de pasillos transversales hace que los cursos fluviales individualicen el territorio en grandes unidades aisladas: Altiplanicie de los Vélez, Desierto de Tabernas, Alpujarras, Tierra de Alhama, Montes de Málaga y Serranía de Ronda-Grazalema.

viernes, 11 de febrero de 2011

En la mitología griega Zeus (en griego antiguo Ζεύς Zeús) es el «padre de los dioses y los hombres»,[1] que gobernaba a los dioses del monte Olimpo como un padre a una familia, de forma que incluso los que no eran sus hijos naturales se dirigían a él como tal.[2] Era el Rey de los Dioses que supervisaba el universo.[3] Era el dios del cielo y el trueno. Sus atributos incluyen el rayo, el águila, el toro y el roble. Además de su herencia indoeuropea, el clásico Zeus «recolector de nubes» también obtuvo ciertos rasgos iconográficos de culturas del antiguo Oriente Próximo, como el cetro. Zeus fue frecuentemente representado por los artistas griegos en dos poses: de pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente.
Hijo de Crono y Rea, era el más joven de sus descendientes. En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera, aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione, con quien según la Ilíada fue padre de Afrodita.[4] Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que fue padre de Ares, Hebe y Hefesto.[5]
En griego el nombre del dios es Ζεύς Zeús en el caso nominativo y Διός Diós en el genitivo. Las formas más antiguas del nombre son las micénicas di-we y di-wo, escritas en lineal B.[6]
Su equivalente en la mitología romana era Júpiter y en la etrusca, Tinia.